Testimonios


Beatriz Cortés


“Comencé a ir a terapia en un momento donde me sentía triste, pérdida y enojada. Desde un principio me inspiró mucha confianza, por lo que pude compartir situaciones personales que jamás había hablado con nadie.


A través de sus sesiones comencé a ganar confianza, fuerza, a enfrentarme a mis miedos e inseguridades. Puedo decir que gracias a la terapia con Marina ahora soy una persona más feliz, segura de sí misma y con las herramientas necesarias para afrontar los problemas de manera positiva”.




Laura Rodríguez


“Fui a una terapia de encuentra tu niño interior, y la verdad me ayudó y quería saber más, por fin me quite los tabús de ir al Psicólogo, y aquí estoy, cuando llegué solo sabía que me podía enojar y los niveles de coraje, recuerdo una anécdota de la primer sesión, al responder a una pregunta contesté "bien", y da un poco de risa, porque me responde, "¿qué es bien?", y yo “pues bien jajaja”.


después de varias sesiones, puedo decir que amo a algunas personas, puedo decir que algo no me gusta, y esa mochila que cargaba, y el darle gusto a todos para ser parte de un grupo, cada vez se va aligerando, y cada vez mi grupo social se va haciendo más amplio, directamente proporcional a lo mejor que me estoy sintiendo conmigo. Creo que el paso más complejo en este proceso fue decir, vamos a intentar una terapia, después de todo, eso he dado, pequeños pasos cada día, por ello, yo ampliamente recomiendo que lo intenten, que se den la oportunidad de sentirse y entenderse mejor”.




Samuel Camacho


A pesar de que sigue siendo un tema tabú para algunos, para mí ir a terapia es tan natural como ir al dentista o a tu médico de cabecera, la salud mental/emocional puede ser muy delicada y siempre va ligada a la salud física. Muchas veces no se tratar de entender, sino de aceptar situaciones, sentimientos y saber gestionarlos, así como aprender a tener herramientas para luchar y saber estar ante ellas.


Acudí a terapia cuando me di cuenta de que no podía controlar mis sentimientos y que comenzaba a permitir que me hicieran daño. En unos pocos meses se juntaron algunos sucesos en mi vida, emociones y situaciones en varios ámbitos distintos. Llegó un momento en el que ya no supe como sobrellevarlos. No supe gestionar todo eso y la gestión de las emociones y situaciones que estaban en mi vida se me complicó.


Huir así como así del problema no me hacía feliz, me impedía avanzar y en el fondo lo sabía. Además, no dormía bien, estaba en tensión y sufría ataques de ansiedad.


Con la terapia aprendí a saber detectar ciertos tipos de pensamientos que no me ayudaban en nada, a vivir menos angustiado, más tranquilo, a canalizar emociones, a conocerme mejor a mí mismo y a replantearme mis expectativas sobre mí y sobre los demás Ir a terapia sobre todo me abrió los ojos, me hizo ser consciente de esas cosas que antes no veía o que no me gustaba ver y me aportó herramientas para hacer las cosas mejor para mí y por mí mismo, ir a terapia me ayudó a poner los pies en la tierra, a orientarme y a relativizar esos pensamientos que antes no me dejaban avanzar.